miércoles, 23 de septiembre de 2009

La estrategia de la tensión y un nuevo ataque al Papa


Pongo hoy este interesantísimo artículo preparado por el blog Fides et Forma y tomado del blog La Buhardilla de Jerónimo. Pienso que debería ser un toque de atención para todos y una llamada a defender al Santo Padre haciéndonos eco de sus palabras y siguiendo paso a paso todos sus actos.


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Ofrecemos un análisis del blog Fides et Forma sobre la “estrategia de la tensión”, nombre que designa los múltiples ataques, ciertamente planificados, a la persona y a las directivas del Papa Benedicto XVI. Si bien en algunos aspectos nuestros puntos de vista difieren de los del autor, nos parece importante para tomar conciencia de esta triste realidad en vísperas de un nuevo ataque que, transmitido por la televisión sueca y con la colaboración de algunos obispos, intentará despertar nuevamente la polémica del “caso Williamson”.

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Somos testigos desde hace meses, por no decir desde hace al menos tres años, de una verdadera estrategia de la tensión por la cual grupúsculos de poderosos frondistas se oponen a las acciones y a las directivas de Su Santidad Benedicto XVI. Esta estrategia merece ser desvelada de una vez por todas y analizada en su más secreta fenomenología.


En el 2005, el Colegio Cardenalicio eligió como Papa al Cardenal Ratzinger. Del Cardenal se conocían sus posiciones medidas y prudentes respecto a las revoluciones realizadas en abierto contraste con las decisiones conciliares, pero siempre motivadas por el así llamado “espíritu del Concilio”. Ratzinger era considerado no sólo un hombre de confianza de Juan Pablo II, capaz de asegurar una continuidad indiscutida con el gran pontífice polaco, sino también el Prefecto del ex Santo Oficio, aquel que había sido capaz de sostener la ortodoxia católica en un período de gran tempestad ética y doctrinal.


Esa elección fue, para muchos, el signo de una profunda continuidad con el pontificado de Juan Pablo II. Esa elección ha sido, ciertamente, obra del Espíritu Santo. Sin embargo, es inútil negar que desde abril de 2005 el nuevo Papa se ha encontrado frente a un denso grupo de cardenales y obispos dispuestos a obstaculizar de todas las maneras su obra.


Ellos han elegido una estrategia sutil, fluida, flexible. Han decidido “exponer” al Papa para hundir definitivamente todo lo que él, con gran valentía e infinita bondad, ha decidido ofrecer al catolicismo, y para mostrarlo desde el abismo en que parecía definitivamente destinado a caer. Han comprendido, de manera muy evidente, que el único modo para derrotar al “enemigo” ideológico (en resumen, todo aquello que se opone a la mundanización de la Iglesia y al dogma intangible del Vaticano II entendido como ruptura con el pasado y como adhesión de la Iglesia al mundo) no era simplemente oponerse a ello sino, mas bien, facilitar su choque con el mundo.


Si el Santo Padre es atacado por los medios y por la “sociedad civil” (o mejor dicho, “incivil”) debido a sus posiciones “de trinchera” (como diría el neocatólico Tony Blair) sobre aborto, contracepción, eutanasia, etc., el deber de estos innovadores eclesiales resulta extremadamente facilitado. Su sutil habilidad para maniobrar aquellos pocos sistemas capaces de asegurar su victoria es, de este modo, cotidianamente premiada.


Y será claro para los lectores que tales sistemas pueden contarse con los dedos de una mano: allí se los encontrará fácilmente dando una vuelta entre la oficina de prensa y la oficina de los redactores de los discursos papales, pasando por el sotobosque curial de la Secretaría de Estado. A estos tres bastiones, prácticamente inatacables pero omnipotentes ya que todo lo filtran y todo lo controlan, aún sin ser lugares de prestigio visible e inmediato, deben ser agregadas algunas congregaciones y pontificios consejos, en pie de guerra desde sus vértices. A estas estructuras, deben añadirse las relaciones interpersonales y el carisma de los individuos, y se tendrá un panorama completo de las fuerzas en campo.


Ahora, sin embargo, es tiempo de recapitular, en forma breve y deteniéndonos sólo en las cuestiones más evidentes, lo que ha ocurrido en el curso de los últimos cuatro años:


2005

A pesar del íncipit del Pontificado en concomitancia con el referéndum sobre la ley 40, es necesario decir que este año, en general, va bien en todo. El Papa suscita el fervor de los jóvenes en Colonia, asombra con la apertura a Hans Kung que es recibido en el Vaticano, se pone en clara continuidad con Juan Pablo II, aún manifestando un estilo nuevo. En diciembre, sin embargo, comienzan las notas dolorosas. El discurso a la Curia Romana del 22 de diciembre de 2005 hace comprender que hay algo nuevo en el aire. El Papa introduce la hermenéutica de la continuidad y son muchos los que sienten temblar sus piernas solamente ante la idea de una “reinterpretación” del concilio. Sin embargo, aún es pronto para ponerse en acción.


2006


Sandro Magister, en enero, publica un artículo extremadamente detallado en el que identifica a los “adversarios” del nuevo Papa: 1) Neocatecumenales; 2) Fronda* interna cardenalicia; 3) Oficina encargada de las traducciones de las homilías, discursos y catequesis papales. Este análisis se mostrará muy fundamentado.


Es publicada la primera encíclica papal, “Deus Caritas est” y se redescubren afinidades entre el pensamiento de Ratzinger y el del gran teólogo Romano Amerio. Pero se trata todavía de cuestiones culturales. Debe llegar aún la primera exposición mediática mundial del Santo Padre: el caso Ratisbona.


El caso Ratisbona nace de un conjunto de ignorancia periodística, prejuicio antipapal, y profunda y continuada acción de la fronda interna del Vaticano. El discurso es publicado en árabe en el sitio de la Santa Sede sólo después de algunos meses. La Oficina de Prensa se muestra incapaz de encauzar las polémicas, presentando comunicados tardíos y poco incisivos. Comienzan a surgir voces intraeclesiales que parecen tomar distancia de las palabras del Papa, mostrando estupor ante lo afirmado. El discurso de Ratisbona, himno al logos y a la cultura clásica que está fundada sobre el logos, es indicado como el primer “incidente diplomático” del Papa Benedicto XVI. Personalmente, creo haber dado una pequeña contribución al análisis de la cuestión Ratisbona publicando la primera traducción completa de los diálogos de Manuel Paleólogo citados por el Santo Padre.


En noviembre, el caso del discurso fantasma a los obispos suizos. A fin de año, estalla el “caso Wielgus”. La responsabilidad del caso recae casi totalmente sobre la Congregación para los Obispos. El nuevo arzobispo de Varsovia es, en realidad, un colaboracionista del ex régimen comunista. Al Papa se le asegura que se trata de ilaciones. El 21 de diciembre, la Oficina de Prensa afirma que el Papa ha sido informado de manera exhaustiva y tiene plena confianza en el nuevo arzobispo. Luego salen a la luz los documentos de archivo. Wielgus es obligado a renunciar el 7 de enero de 2007.


2007


Continúa la acción de exposición del Pontífice y el lento trabajo de la fronda. En enero, el Cardenal Martini comienza a hacer sus potentes exteriorizaciones de antipapa filo-laicista y abierto a una revisión de las cuestiones relativas a la sacralidad de la vida. En marzo, fuerte llamado a los Neocatecumenales por parte del Papa y de los Ordinarios de Tierra Santa. Luego se publica “Jesús de Nazareth” y es una vez más Martini quien dispara contra el Papa teólogo, en las páginas del Corriere della Sera.


Pero el culmen llega en julio: ¡Motu Proprio Summorum Pontificum! Crecen así las voces del disenso, hospedadas en periódicos italianos y extranjeros. La fronda comprende que es el momento justo para salir al descubierto. Sus posiciones anti-“Misa en latín” serán leídas por la “sociedad civil” como un reclamo obligado al Papa “retro” que quiere llevar a la Iglesia un siglo atrás. El bombo comienza a sonar. Es guerra abierta. A fin de año, sale Mons. Piero Marini, después de haberse dado el gusto de hacer aparecer al Papa, en Viena, con ridículos ornamentos de color "pitufo".


2008


Golpes de ajuste en la Curia parecen poder garantizar mayor tranquilidad al Pontífice. Al mismo tiempo, el frente laicista instigado por la fronda, gracias a la exposición a la que el Papa es sometido desde hace al menos un año y medio, comienza a dar sus buenos frutos: en enero, el Papa no puede ir a la Universidad La Sapienza. Comienza, contemporáneamente, la polémica con el mundo judío. La liberación del Misal del 1962 hace surgir la cuestión de la oración por la conversión de los judíos. Hasta mayo de 2009, la tensión está en fase de crecimiento constante, pasando por la causa de beatificación de Pío XII y la apertura a los lefebvristas para que reingresen obedientes al seno de la Iglesia. El doble registro del ataque al Papa por parte de laicistas y frondistas se desarrolla gracias a las declaraciones cada vez más borderline del Cardenal Martini.


2009

Llega el annus horribilis. Todo nace por el denominado caso Williamson. Como fue revelado en febrero por Il Giornale y el Riformista, de acuerdo a un expediente que circuló en el Vaticano tras la explosión del caso, la dirección de esta enésima exposición papal estaría en Francia, pasando por algunos “topos” vaticanos. Ciertamente, algunos funcionarios en el Vaticano habrían señalado a la televisión sueca que transmitió la entrevista shock al obispo lefebvrista, en primer lugar que, en octubre de 2008 (fecha en que es grabada la entrevista a Williamson), el decreto de levantamiento de las excomuniones estaba sobre el escritorio del Papa. Y luego, pocos días antes del 21 de enero de 2009 (fecha en la que se transmitió la entrevista), que el 24 de enero sería publicado el decreto firmado por el Pontífice. La Secretaría de Estado subestima la situación respondiendo con un gravísimo retraso a la críticas y, además, con un terrible comunicado que parece poner el “reconocimiento del holocausto” entre los nuevos dogmas del catolicismo. El Papa está ya en el centro de la atención mediática. Una atención negativa y despiadada, instigada por numerosos obispos y cardenales prontos a lanzar entrevistas y comunicados capaces de aislar al Papa y de oscurecer su acción. Benedicto XVI, también a causa de las potentes injerencias judías que pretenden de él numerosas y reiteradas condenas al holocausto (con detalles concretos como los “seis millones de judíos asesinados”), decide aclarar la cuestión del levantamiento de la excomunión con una carta. Los medios le darán poquísima importancia.


Mientras tanto, en marzo llega el viaje a Camerún y Angola. Un pasaje mal entendido de la conferencia de prensa improvisada en el avión que lleva al Papa a África vuelve a encender la exposición papal en los medios mundiales. Llueven condenas, incluso de exponentes institucionales de algunos gobiernos europeos. Es el punto de no retorno. De ahora en más, todo lo que el Papa afirme será usado en su contra. En mayo, es el momento del viaje a Tierra Santa. Cada gesto del Papa es observado con especial atención: ya no se hace más que esperar alguna palabra para instrumentalizar o alguna acción para poder retomar. El Santo Padre, en el memorial del Yad Vashem, afirma que los judíos durante el genocidio fueron “killed” Se desencadena una protesta por parte judía: el Papa debía decir “murdered” y debía añadir que los asesinos eran alemanes y que las víctimas eran seis millones…


En julio, la publicación de “Caritas in Veritate” restablece una tregua momentánea. El Papa es apreciado por varias partes, el poder laicista lo felicita por las indicaciones contenidas en la encíclica. Todos hablan bien del Papa, e incluso Barack Obama estaría por convertirse al catolicismo después del positivo encuentro con Benedicto XVI. Pero, a la sombra del Palacio Apostólico, la estrategia de la tensión no parece cesar.


El miércoles 23 de septiembre, la televisión sueca se prepara para lanzar un segundo y descarado ataque antipapal, concebido como secuela de la infausta transmisión de enero. Los protagonistas son, esta vez, explícitamente del interior de la Iglesia Católica [el autor se refiere especialmente al cardenal Walter Kasper]. El ataque está dirigido, en última instancia, al Papa.


Este año no ha terminado aún. No creo pretender ser profeta preanunciando nuevas exposiciones mediáticas del Pontífice en el 2010. Sin embargo, para quien aún no hubiese entendido, no se trata de ataques dirigidos simplemente a la persona de Joseph Ratzinger sino de un ataque a la Iglesia Católica, un ataque que nace en su interior y tal vez intenta preparar el camino para pontificados posteriores que pongan finalmente una piedra lapidaria sobre la Tradición milenaria de la Iglesia con la consecuente adhesión completa al mundo y probable absorción en él.


* Con el término “fronda”, el autor del artículo se refiere a la conspiración por la cual se intenta socavar las bases del actual Pontificado y, de este modo, adquirir un cierto poder en la Iglesia, tal como desarrolla en el último párrafo.


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Fuente: Fides et Forma


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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