martes, 1 de septiembre de 2009

Corona de los Siete Dolores


"El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo es penetrar en los sufrimientos de la Madre. "
Cardenal J. H. Newman. Sermón para el Dom. III de Cuaresma. Ntra. Sra. en el Evangelio.



El día 15 de este mes celebraremos la gran memoria obligatoria de los Dolores de María Santísima. Por ello la Iglesia en su inmensa sabiduría y solicitud maternal dedica todo el mes de septiembre a meditar en los siete Dolores de la Santísima Vírgen.

En realidad durante todo el año tiene la Iglesia presente a María Santísima en la advocación de los Dolores. Por oda la geografía mundial se levantan templos y capillas dedicados a esta advocación y millones de Dolorosas están presentes en templos, calles y casas particulares a lo largo y ancho del mundo entero.

Dos especiales momentos dedica la Iglesia en su Liturgia a tan preciosa advocación:

- El Viernes de Dolores o de Pasión (ahora V de Cuaresma). Después, durante toda la Semana Santa, las calles del mundo entero se llenan de Dolorosas que con especial fervor son veneradas en estos días.

-El 15 de septiembre, día de los Dolores. En la piedad tradicional se extiende (como he dicho) a todo el mes de septiembre.



Una preciosa devoción para recordar durante todo el año (y especialmente durante este mes de septiembre) los dolores de María es la Corona de los Siete Dolores (también se le llama "Rosario de los Dolores" o simplemente "Devoción a los Dolores").



La Santísima Vírgen comunicó a Santa Brígida de Suecia lo siguiente:



"Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios."



Y le comunicó también las siguientes promesas para los que practican esta piadosa devoción:



1. "Yo concederé la paz a sus familias."

2. "Serán iluminadas en cuanto a los divinos Misterios."

3. "Yo las consolaré en sus penas y las acompañaré en sus trabajos.»

4. "Les daré cuanto me pidan, con tal de que no se oponga a la adorable voluntad de mi divino Hijo o a la salvación de sus almas."

5. "Los defenderé en sus batallas espirituales contra el enemigo infernal y las protegeré cada instante de sus vidas."

6. "Les asistiré visiblemente en el momento de su muerte y verán el rostro de su Madre.

7. "He conseguido de mi Divino Hijo que todos aquellos que propaguen la devoción a mis lágrimas y dolores, sean llevadas directamente de esta vida terrena a la felicidad eterna ya que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo será su consuelo y gozo eterno."



San Alfonso María Ligorio nos dice que el Señor reveló a Santa Isabel de Hungría las siguientes gracias para los devotos a los Dolores de María:



1. Aquellos que antes de su muerte invoquen a la Santísima Madre en nombre de sus dolores, obtendrán una contrición perfecta de todos sus pecados.

2. Jesús protegerá en sus tribulaciones a todos los que recuerden esta devoción y los protegerá muy especialmente a la hora de su muerte.

3. Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán su recompensa en el cielo.

4. Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar en ellas.




Corona de los Siete Dolores

Modo de rezarla



-Acto de contricción



-Contemplación de los 7 Dolores:



La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,…



La huida a Egipto con Jesús y José.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…



La pérdida de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…



El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…



La crucifixión y la agonía de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María,…



La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve, María,…



El entierro de Jesús y la soledad de María.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve, Maria,…



Gloria al Padre .



-Oración final:

Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.



NOTA: En este artículo hay algún texto tomado de Corazones.org y de Devocionario.com


No hay comentarios: